22 de fevereiro de 2010

El Debate de la ELP. Nueva serie (35). 21 de febrero de 2010.





Escuela Lacaniana de Psicoanálisis del Campo Freudiano

El Debate de la ELP
Nueva serie
21 de febrero de 2010 (35)




Editorial
El Debate de la ELP-Nueva Serie de hoy publica cuatro textos que contribuyen al debate abierto en las Escuelas de la AMP sobre el Pase y la Escuela Una.
Araceli Fuentes responde a la invitación del debate que concierne en particular a la ELP en referencia al Comunicado de la AMP que hace referencia a un posible Cartel del Pase de la ELP.
Los otros textos que editamos a continuación, de Serge Cottet, de Estela Paskvan y de Rose-Paul Vinciguerra son una selección de la Brouchure " Conferencia del Pase" en fichero adjunto al JJ Nº 90 . Han sido traducidos al castellano por V. Fruchtnicht y editados por Dudy Bleger en El Debate sobre la Escuela Una de la lista electrónica de la EOL. Gracias al intercambio de los documentos traducidos al castellano, por la NEL, la EOL y la ELP, las Escuelas hispanohablantes pueden seguir los tres debates planteados por la AMP y editados por J.A. Miller en el JJ.
El Debate de la ELP-Nueva Serie agradece la contribución de los traductores al castellano de las diferentes escuelas y anima a nuevos colaboradores para que sumen a la tarea.
Tenemos una cita con el próximo Congreso de la AMP y con la Asamblea general de abril en Paris.
El Debate continúa...
Lucia D'Angelo
21 de febrero de 2010
[Nota: Para la correcta edición de los textos solicitamos que no se incluyan citas de pie de página y que sean incluidas en el cuerpo del texto].



Un cartel del pase para la ELP
Araceli Fuentes
“El Comunicado del Consejo de la AMP del 10 de febrero pasado contiene un párrafo que concierne a la ELP. Se trata de la propuesta de que nuestra escuela tenga su propio cártel del pase pues hasta ahora el cartel existente pertenecía a la FEEP”.
A lo anterior se añade: “Las demandas que emanan de la ELP de tener un cartel del pase propio de la Escuela son coherentes con la misma idea de una Escuela de Lacan, en tanto que es una Escuela del pase”.
Me parece una excelente noticia, cuando la leí la pregunta que me surgió de inmediato fue ¿qué novedad introduce esta propuesta sobre lo ya existente?
No puedo hablar en términos generales pero puedo decir lo que ha suscitado en mí: en primer lugar me he sentido concernida en un debate que hasta ahora me resultaba un tanto lejano, aún y cuando tengo claro mi interés por el pase. Esta noticia me ha despertado, la idea de que podamos llegar a tener un Colegio del pase, con lo que esto supone de enseñanza, me parece apasionante.

El psicoanálisis es para mí algo más que un modo de ganarme la vida, es un estilo de vida y si elegí formar parte de una Escuela que se dice lacaniana es para sacar el máximo partido de la experiencia. Las dificultades que nos acompañan cotidianamente no deben de ser un obstáculo para aprovechar lo mejor que la Escuela nos ofrece. No creo, sin embargo, que tener un cartel del pase en la ELP vaya a obrar milagros, sobre todo porque no creo en los milagros, pero si creo que puede ayudar a que la llama del deseo esté viva, lo que no es poco, al menos por un tiempo, después será necesario volver a soplarla, pero ya sabemos que esto es así.

Apuesto por el debate que esta propuesta ha abierto y espero que los colegas de la Escuela se animen a manifestar sus puntos de vista.

Araceli Fuentes.


El pasador, entre secretario y analizante
Serge Cottet

La experiencia de los pasadores traduce un obstáculo. ¿Deben ellos retranscribir todo lo que han escuchado e informarlo en el orden en el que se les ha comunicado con el temor de olvidar algo, o bien deben encontrar un hilo, operar una selección, privilegiar una articulación lógica con el riesgo de pasar los límites de su función?
¿Escribas o intérpretes? Es bajo este binario que se pueden reagrupar numerosas comunicaciones de los JJ sobre los pasadores, de la misma manera que las últimas intervenciones del Colegio del pase sobre este tema.
La distinción de roles está ciertamente prevista por el dispositivo: el pasador no es miembro del cartel al cual se dirige; transmisión de un mensaje para el primero, interpretación y construcción para el cartel.

Es el pasante mismo sobre quien recae la carga de formalizar su cura, de operar una reducción, de hacer sensible al pasador el agalma de su experiencia. Sucede que el pasante tome el cuidado de puntuar él mismo el mensaje a transmitir con el temor de no tener que ver más que con un secretario. Se ve a veces al pasante insistir hasta en el modo de enunciación del mensaje:”Usted hará hincapié en… aunque…” para evitar justamente una narración histórica. Inversamente, un pasador se inquieta por el hecho de que el pasante reduce su mensaje al punto de no decir una palabra de su cónyuge durante toda la duración del testimonio.

Por más que la distinción de los roles esté definida, se constata que el cursor que va de secretario a intérprete escapa a la reglamentación y a toda reforma institucional. Si llega a ocurrir que el pasador olvida que es un analizante, entonces el sentido de su función se le escapa, así como sus límites. Esto está señalado por los colegas, en particular por M.-Cl. Sureau y Ph. La Sagna, que recuerdan que el pasador es un analizante y que es en tanto tal que recoge el testimonio. Decir que “él es el pase”, en mi opinión, designa un punto en el que él es afectado por una experiencia singular que es de la naturaleza del instante o del momento de ver, donde la cuestión de la transferencia está aún presente para él, donde el inconsciente transferencial es tocado; los pasadores deberían ser designados en consideración del “desanudamiento de su experiencia personal”, a fin de que su testimonio surja “de lo vivo mismo de su propio pasado” (“Proposición sobre el psicoanalista de la Escuela”, Autres écrits, p. 255). Existe entre pasante y pasador una discordancia de tiempo esencial en el valor de la transmisión. Ser el pase se ilumina desde una cierta posición subjetiva del pasador. Se lo ve de hecho cuando el pasador se implica en tal testimonio, el cartel retoma colorido después de estar identificado también al rol de escriba.

Frecuentemente un afecto de aburrimiento atraviesa el cartel que es levantado en esta coyuntura: lo “uniano” propio de la cantinela del relato de la cura deja lugar al acontecimiento de la cura (como dijo alguien ayer). El eco en el pasante de estos momentos de franqueamiento se ha hecho hoy todavía más actual, en razón del desbrujulamiento sobre el concepto de fin de análisis. Y así pues, es suficientemente fugaz y esto no puede durar, sobretodo si la experiencia del pasador le sugiere presentarse él mismo al pase. En todo caso, en el pasante, es un momento dejado atrás y son las consecuencias y el après coup que él extrae del acto analítico los que constituyen el punto curcial. Como Ph. La Sagna lo dijo en su texto de los JJ, el pasante está más allá de ese momento: él ha asumido para devenir analista y dramatiza eventualmente, en el semblante, su relato. El pasador está pues a la vez de este lado, como no asumiendo todavía el de-ser al que responde el acto analítico. Pero se puede decir también que está al abrigo de la ficción, a la que está expuesto el pasante en su “hystorización”.

Es porque hay entre los pasadores además “novatos” que idealizan al pasante que ellos todavía no son, y que darían el gradus sin confesión, así como los desengañados o no incautos que invierten los roles y hacen un informe de caso como una observación de clínica analítica.

No se si este recuerdo de los roles es de naturaleza tal como para modificar la composición de los carteles a fin de reforzar ahí el rol de los pasadores, como se sugiere, el desfasaje que se acaba de describir sobre todo será sensible por las formas de transmisión y de enseñanza de la cual la Escuela tomará la iniciativa. Esta actualidad debería retener la atención de los AME en el modo de selección de los pasadores: más numerosos y más jóvenes.
Serge Cottet
Traducción: Viviana Fruchtnicht


La conclusión del cartel del pase,
es una cuestión de tiempo intersubjetivo
Estela Paskvan
La cuestión: «¿Los carteles deben decidir por unanimidad?”, me hace reflexionar sobre mi experiencia. Formé parte en el pasado de un cartel del pase, luego – actualmente - de otro. En los dos casos, las decisiones (nominar o no) fueron tomadas por unanimidad. Pero, hasta ahora, nunca me pregunté cómo es que se hizo. El cartel del pase responde a la lógica del pequeño grupo, el cartel tal como lo propuso Lacan. Dicho esto, es un cartel especial porque se debe arribar a una conclusión común.
Debo decir que en una única ocasión decidimos muy rápido, no encontramos argumentos para decir “si”. Pero pasamos mucho tiempo para decidir como haríamos para transmitir esta decisión al pasante: ¿Por escrito o no? ¿Cómo decirle? etc. Era necesario ser muy prudente. Brevemente, fue claramente más difícil transmitir la decisión que tomarla. Pero debo decir que, en todos los casos, es necesario encontrar la buena manera de trasmitir esta decisión. El pasante ha dado su confianza y esta, la confianza, es una cosa preciosa para el pase.

En la experiencia, después de haber escuchado a los pasadores, cada miembro del cartel puede decir sus primeras impresiones. Alguno puede ser muy contundente, cortante: “En mi opinión, no hay ninguna posibilidad”, otro responde: “¿Te parece? Es interesante, muy interesante porque…”. Hay también alguno que duda, otro que queda en silencio, etc. Es de esta manera que el tiempo para comprender comienza. ¿Qué tiempo? Como se puede adivinar, el que se juega es el tiempo lógico en tanto que tiempo intersubjetivo. Sí, los miembros del cartel son como los prisioneros del sofisma que deben encontrar la salida y llegar a salir todos juntos. Cuando esto se produce, es en la prisa, y el tiempo se precipita: los argumentos se ordenan rápidamente.
Yo no tuve la experiencia de llegar a un impasse en la decisión. De todos modos debo recordar la función del Éxtimo de la AMP. El Éxtimo no puede ser llamado solamente en el caso de nominación, sino también a fin de resolver un impasse. Pero es necesario decir que él no interviene como un árbitro, para decir “si” o “no”, o incluso dirimir. En mi opinión, él puede intervenir precisamente cuando la lógica intersubjetiva se detuvo, se paralizó y se estancó, cuando no hay más cuatro más uno (4+1) sino cinco pegados o divididos. Entonces, el Éxtimo tiene la función de retomar esta lógica, de impulsarla. Es la razón por la que la función del Éxtimo es indispensable, sea porque hay una decisión unánime o sea porque no la hay.
Estela Paskvan

El deseo de nominar AE. Usos del AE.
Rose-Paule Vinciguerra
“Deseo de nominar”

Estar en un cartel del pase es creer en el pase. En todo caso creer que se puede llegar a saber lo que es. A este respecto, el deseo de “no nominar” daría cuenta de una posición elitista o de una posición cínica más o menos ignorada de sí mismo.

Pero ¿el deseo de nominar? Mi experiencia de los carteles del pase me lleva a pensar que deseo de nominar y reticencia a nominar son como el derecho y el revés de una misma posición, de una posición de la cual la brújula estaría orientada por lo que podía decir Jacques-Alain Miller el año pasado: “En tanto que ustedes no hayan encontrado vuestro “es esto”, no vale la pena jugar a hacer el pase”. Me parece que a la hora de escuchar el testimonio de un pasante, lo que atraviesa el cartel es un deseo de saber… aún, hasta alcanzar un “es eso” esperado; o sea, escuchar una demostración hasta la mostración del límite mismo de la demostración, es decir hasta la mostración de un punto de opacidad, percibido por el pasante mismo, mas allá de la significación. Hasta la constitución de un síntoma.

A veces, sin embargo, el testimonio del pasante se detiene en la demostración sin que sea mostrado ese punto límite y el cartel queda rasado con su deseo. Es ahí donde la reticencia a nominar AE al pasante se pone en juego: el cartel se demanda el por qué de esto y se percibe frecuentemente en el testimonio del pasante un resto de goce ignorado por él mismo, que puede dar lugar a tentativas de forzamiento diverso, incluso a un acting out.

Con esta brújula creía, hasta aquí, saber lo que era el pase. Pero hoy, dada la escasez de las demandas de pase, me llego a preguntar si estas referencias no son demasiado delicadas, y si el pase-sinthome no se ha constituído para nosotros en modelo. Tal vez se esperaba demasiado de los testimonios y puede ser que sea necesario quedarse con lo que precedentemente era considerado como suficiente, por ejemplo el atravesamiento del fantasma.

Formulo en todo caso una queja: que la enseñanza de los carteles de pase no haya tenido lugar y no haya permitido exponer los puntos sobre los cuales habíamos debatido entre nosotros y sobre los cuales se estaba apoyando una nominación o una no nominación. Se hizo un mínimo en las tardes del pase pero lo que se transmitió ahí no tenía el tenor de lo que debería y pudo ser una verdadera enseñanza del cartel.
Observaciones sobre los usos del AE
En Buenos Aires, en una sesión consagrada a los carteles del pase, yo planteaba la cuestión: “¿El AE debe ser investigador, polemista, constructor, artista? ¿Debe estar ahí donde se lo espera?”. En efecto, otras modalidades de intervención distintas de la enseñanza de los AE pueden ser consideradas. La única condición es que un AE pague de su persona y que no “se duerma en los laureles”. Ser AE no es una posición de prestancia, decía Lacan.
Sea como sea, la duración de la enseñanza de los AE (tres años) es, sin duda, demasiado larga. Sobre todo cuando no hay más que uno o dos en ejercicio.
Por lo demás, el hecho de que las veladas de enseñanza no hayan tenido lugar más que en Paris los confina a un público restringido.

En fin, es necesario notar que lo que parece sobretodo interesar al público es el testimonio en sí mismo de los AE – más que la enseñanza elaborada inmediatamente en las veladas. Pero hablar más de dos o tres veces de su testimonio en la Escuela se puede tornar cansador para un mismo auditorio, por más concernido que esté por el pase.
Esta cuestión parece poder encontrar una salida interesante en las sesiones como las iniciadas en Gand por lo que propone el Kring de la New Lacanian School. Este grupo trabaja primero asiduamente el testimonio de un AE y lo invita enseguida a prestarse a responder una batería de preguntas: este puede entonces relatar su experiencia de manera necesariamente menos velada que como lo ha hecho en su testimonio inicial y transmitir allegro risoluto lo que él ha podido aprender en el mismo, lo que vivifica la enseñanza. En este momento, en que el lazo de la Escuela Una con sus múltiples tiene vocación de estrecharse, ¿no se podría imaginar que otros grupos del Campo freudiano, incluso los ACF, pudiesen experimentar el mismo interés que el grupo del Kring ha iniciado en Gand? Lo que se elabora, en efecto, en estos encuentros es una enseñanza alerta, suceptible de devolver a muchos el gusto por el pase.
Rose-Paule Vinciguerra
Traducción: Viviana Fruchtnicht

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